El equipo del Museo del Ferrocarril de Madrid ha finalizado en noviembre la restauración de la vagoneta de tracción manual, también conocida como “zorrilla” en argot ferroviario, fabricada en torno a 1880 y utilizada en su día para la renovación y conservación de la vía. Tras años de exposición en los andenes del Museo, la capa de barniz que protegía los elementos de madera que conforman la plataforma de este singular vehículo ferroviario se encontraba muy deteriorada, puesto que su última restauración se realizó en 2003.

Para la renovación de esta capa protectora se ha desmontado la totalidad de las tablas de madera y, después de lijar y preparar adecuadamente las superficies, se ha aplicado un nuevo barniz incoloro apto para exteriores. A los elementos metálicos del vehículo se les ha aplicado Chromol, un producto específico para metal que, además de limpiar en profundidad, detiene la corrosión, y que se utiliza también en el mantenimiento de las locomotoras de vapor.

Desde los orígenes de los caminos de hierro, los ferroviarios utilizaron este tipo de vagonetas para los trabajos de renovación y conservación de la vía. En España ha tenido varias denominaciones: “vagoneta”, en la antigua compañía Norte; “cangrejo”, en MZA; y "zorra de vía" o “zorrilla”, en Andaluces. Este último sobrenombre ha sido el más extendido en el ámbito ferroviario.

Las vagonetas de este tipo son muy populares en el cine, han aparecido en numerosas escenas de la gran pantalla. La inventariada en el Museo estuvo en 1987 en la localidad gaditana de Trebujena para el rodaje de El imperio del sol, de Steven Spielberg.

En cuanto a su uso original, en las vagonetas de tracción manual se trasladaban las herramientas y materiales necesarios para las reparaciones de la vía. En general, cada una de las brigadas tenía asignada una "zorrilla", con la que recorrían los 10 km aproximados de vía que tenían que mantener en correcto estado. La marcha se realizaba a intervalos, ya que dependía del tráfico de los trenes en el trayecto en que operaban. 

El mecanismo del modelo que se exhibe en el Museo del Ferrocarril de Madrid es sencillo: sobre una estructura metálica se disponen los listones de madera que conforman la plataforma del vehículo; un “castillete” central lleva acoplada en la parte superior una manivela con doble mano, que era accionada manualmente por los operarios con un movimiento de balancín que incide sobre una rueda dentada transmitiendo el impulso a los engranajes que mueven las cuatro ruedas del vehículo. En cuanto al frenado, se realizaba sobre dos ruedas por medio de las dos palancas laterales cuya aplicación directa sobre la llanta reducía la velocidad hasta frenar. En algunos modelos, como el que se acaba de restaurar, se colocaban dos bancos longitudinalmente para acomodar a los obreros en sus traslados por las vías.