Siempre que viajo en tren
lo hago en ventanilla.
Es como estar en cualquier parte
y no estar en ninguna a la vez.
Fuera todo pasa a velocidad de vértigo,
dentro parece que se para la vida.
Te fijas en tus compañeros de viaje:
ese va directo hacia los brazos
de otra mujer; aquella viaja por asuntos
de trabajo; en cuanto a este
que está aquí al lado, en el cristal,
nunca se sabe si va o viene,
podría quedarse ahí para siempre,
lo conoces muy bien. Nada nuevo.
Suena el silbato del jefe de estación.
El tren se pone en marcha.
Abres ese libro que nunca lees.