Page 69 - Premios del Tren 2023
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El contacto de la prenda, le crispó. Comenzó a temblar, a escupir
palabras. Unas se proyectaban a borbotones desde la garganta. Otras
se apilaban en el cielo del paladar esperando su turno. Unas y otras,
pugnaban por subordinarse a las caóticas imágenes emergentes, re-
cuerdos mezclados sin orden ni concierto.
«Estás preciosa vestida de novia. ¡Me encanta Paris, pero hace
frío! ¡Es niña! Se llamará Rebeca, como mi abuela. El caribe es ca-
lentito y exótico. Susana, conseguiré el ascenso. No me agobies.
Quiero más hijos. Subdelegado.
¡Estoy harto de comer verduras! Te quiero tesoro. ¿Qué haces
con las tarjetas de crédito? ¡Claro! ¡El maldito colesterol! Te preocu-
pas por mí. ¿Otra vez? Ya sé que hace más de veinte años que no
veo a Carlos, joder. ¿Por qué me llamas cuando estoy reunido? Su-
pongo que será importante. No pienso volver ¡nunca! a ese bendito
pueblo ¿queda claro? ¿Quién es Eva? De vacaciones, tampoco. No
conozco a ninguna Marta. Llegaré tarde al cumpleaños de la niña,
pero llegaré. Estás paranoica. Mi secretaria se llama Julia. El año
pasado me fue imposible llegar. ¡Estaba trabajando! El puto ascen-
so. ¡Te pedí disculpas mil veces! Olvídalo. Jamás, subiré a un
avión. Mi trabajo exige mucha dedicación. Conmigo no cuentes.
Me paso todo el santo día trabajando. Puedes irte con tus amigas al
Caribe o donde te dé la gana. Llamaré a mi hermano cuando me
salga de las pelotas ¿Lo entiendes, Susana?»
El corazón le apuntalaba el pecho, como un acerico abarrotado de
alfileres, sin espacio para bombear. Se ahogaba. Al abrir la boca, es-
putó una pella de telarañas. Quiso gritar, pero no pudo. Un ingrato
nudo le precintó la garganta; él sintió que era el alma. Se abrazó por
instinto. Se acurrucó en el asiento y se hizo un ovillo, un ovillo azul
marino. Nunca se había sentido tan desamparado. Comenzó a
acunarse.
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