Page 70 - Premios del Tren 2023
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Ella devanaba la madeja cada vez más deprisa. Él, miraba absorto

                la sincronía perfecta del ir y venir de las agujas, la fascinante agili-
                dad de sus dedos pasando la hebra. –Estamos llegando a Orense. El

                chaleco estará listo antes de llegar a tu destino– concluyó. Alfredo,

                ya no escuchaba. Un impulso indómito le obligaba a observar en al-
                ternancia, sus ojos y sus manos, como un ser inanimado desposeído

                de los demás sentidos que, pulsado por una sola pauta, se abandona

                al vacío. Le propuso una última prueba. Se irguió rendido y, él mis-
                mo, se colocó el chaleco. Casi le llegaba a la cintura –Te queda corto–

                observó la anciana estirando el bajo, y añadió –No te preocupes. Tú,

                espérame aquí que enseguida vuelvo– Y, salió.
                     Esa vez, las imágenes se atrevieron a traspasar la burbuja que, Al-

                fredo, había  creado para  mantenerse a salvo. Los chispazos ardían
                vertiginosos por todas partes provocando un cataclismo sobrecoge-

                dor en su interior.

                     «Papá tengo que hablar contigo. Ayer llamaron del colegio. Ful-
                minante. Susana, no te alarmes, yo estoy bien. Basilio ha muerto.

                Lleva una semana faltando a clase. De repente ¡Un infarto! Alguien
                ha estado fumando aquí. ¡Es tu oportunidad! Hace tantos años que

                no vienes por casa, tu madre está muy disgustada, quiere ver a su

                nieta.  De  repente  ¡un  entierro!  Huele  a  tabaco  por  todas  partes.
                Claudia quiere una moto por su cumpleaños. Yo estoy bien. De re-

                pente:  ¡Mi  oportunidad!  Delegado  jefe  de  la  zona  centro.  Me

                agobias.
                     Ya somos mayores hijo, y el día menos pensado... ¡un infarto!

                Cincuenta años, ni uno más ni uno menos. ¿Te lo digo en chino?

                ¡No he vuelto a fumar! Carlos sigue viniendo a vernos los domin-
                gos, a veces con sus hijos. Dieciocho años. Una moto. Papá estoy

                embarazada».







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