Page 47 - Premios del Tren 2023
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tiende a los perros. O lo mismo es que andaba barruntando a la zo-

                rra, ¿quién sabe? Pero señora, señora, no se me vaya por las ramas,
                volvamos, volvamos a lo nuestro. Como usted mande. Entonces, dí-

                game, ¿ese hombre era peligroso? ¿Hasta cuándo y hasta dónde la-

                draron los perros? ¿Perros?, sólo hay un perro, señor. ¿Es que ha vis-
                to  usted  más  perros?  Señora,  céntrese,  le  estoy  preguntando  hasta

                cuándo ladró ese perro. No le puedo decir hasta cuándo, pero desde

                que le faltó el amo y se vino aquí con nosotras, es que no deja de la-
                drar. Eche usted cuentas. Los años y los años, qué sé yo. Desde antes

                de lo del tren, haga cuentas. Ya estará a pique de morirse si no se ha

                muerto ya.
                     ¿Pero no dice usted que esos días el perro ladró y ladró? Ladró sí,

                pero nunca ha dejado de ladrar desde que faltara el pobre Alfonso,
                que en gloria esté. Hoy no ladra, ahora no está ladrando, ¿lo ve? An-

                dará dormido, pero incluso cuando está dormido ladra el jodío. Aho-

                ra  no  se  le  escucha.  Ni  siquiera  me  ha  ladrado  al  llegar.  No  eche
                cuenta usted, está muy viejo. A pique de morirse, ya le digo, si es

                que no se ha muerto ya, como le digo. Lo trajeron los del tren o ya
                estaba  con  nosotras,  ya  no  me  acuerdo  bien,  pero  debe  ser  así.  El

                caso es que aquí se quedó, haciéndonos compaña. Ya se le habrá ol-

                vidado ladrar y por eso no ladra, pero espere a que usted coja el ca-
                mino y entonces hablamos. Mire, señora, ese hombre... Ese hombre

                es un peligro para usted y para su hija, ¿cómo se llamaba? Jacinta.

                Eso, Jacinta. Ese hombre no se anda con chiquitas. No me diga eso ni
                en broma, ¿no trabajará en lo de los trenes? Pero parecía tan poquita

                cosa,  tan  infeliz  el  pobre,  tan  cansado  y  tan  acobardado,  con  esos

                pantalones comiditos de remiendos y esas botas tiesas como lapos.
                Motivos tiene, ¿pero por qué dice usted asustado? ¿Yo he dicho eso?

                Acaba de decirlo. Es un decir. Aquí todo el que llega llega asustado.
                Pero usted... Pues lo habré dicho por eso, porque parecía una migaja





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