Page 42 - Premios del Tren 2023
P. 42

está en la gloria de fresquito, le dijimos, y que mientras descansaba

                le daríamos un poquino de unto a las botas. ¿Y qué hizo? Ya le digo,
                nada quiso. Se miró las botas y le parecieron que estaban buenas to-

                davía. Por no molestarle, dijo, y nosotras que por Dios, que no era

                ninguna molestia, que qué iba a ser, y así apuró la magajina de poleo
                y  dijo  que  agradecía  la  buena  disposición  y  se  puso  en  pie.  ¿Algo

                más  haría?  Preguntó  por  quién  regaba  las  plantas  y  señaló  con  el

                dedo las pilistras y le dijimos que el color tan bueno de las hojas se lo
                daba el estiércol de la cochiquera y dijo ah, sólo ah, y yo le dije que

                de las macetas se hacía cargo mi Jacinta, que tenía buena mano para

                eso. Ya ve usted. Aquí tenemos tiempo para todo, que si andar en la
                huerta, que si cuidar de las gallinas y los guarros, que si ir en busca

                de yerbitas y raíces, que si cuidar de las pilistras. Tiempo es lo que
                sobra aquí, señor. El día se nos va en un suspiro. No acaba un día

                cuando ya tenemos otro en lo alto. Lástima que le esté dando por no

                llover. Va para cinco meses que ni probarla. Pasan las nubes como si
                no conocieran la tierra. Hasta las higueras sufren, no hay más que

                verlas. Y, luego, cuando pasan las nubes, pasan medio asustadas o
                qué sé yo. Caen truenos y ni una gota, mire. Las nubes pasan borra-

                chas,  pero  se  van  como  ladronas,  sin  dejar  nada.  Empeñaditas  en

                matarnos, mire, que no sé yo lo que le habremos hecho nosotras a
                esas  nubes  para  que  pasen  sin  un  más  nada.  Y  así  falta  la  yerbita

                para los guarros y las lombrices para las gallinas. Hasta las higueras

                están, ya las ve usted, con esa tristeza y esa cosa que les entra por
                dentro cuando le da por no llover. Eso le dijimos, pero prisas no te-

                níamos, que si las papas se quedaban sin sachar, no pasaba nada y

                que si los guarros querían más yerba, que se pusieran a roer las pie-
                dras del corral, porque, total, los guarros se lo comen todo y a nada

                hacen ascos. Cualquier día saltarán las bardas y nos comerán vivas.
                Ya los querría ver usted roe que te roe las piedras y los huesos. ¿Les





                                                            42
   37   38   39   40   41   42   43   44   45   46   47