Page 45 - Premios del Tren 2023
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ahora que todos cogen la comarcal o el tren, usted dirá. Algunas ve-

                ces por distraerme yo mismo subo hasta ese cachino de era y allí veo
                pasar el tren. ¿Sabe?, es bonito ver pasar el tren, esa culebrina que

                hace vibrar las piedras, chucuchú, chucuchú. ¿Conoce usted el tren?

                A mí a veces me entra la cosa y me voy a esperarlo allí a la era. Pero
                maldito tren, sí, maldito tren, que vino a traernos desgracias sobre

                desgracias. Qué mal le habíamos hecho nosotras al tren, dígame us-

                ted. Pero mire, señora... A ver, dígamelo, usted que sabe de mundo.
                No se me desvíe, señora, dígame qué recuerda. ¿Del hombre? ¿De

                quién va a ser? Mire, ya sería por el fuscolusco. Apareció por el reco-

                do del camino y se asustaron las palomas y los guarros. A las palo-
                mas las oímos revolotear y fueron a esconderse a los tejados o a la

                palmerita  de  más  atrás,  junto  al  majano.  Oímos  el  alboroto,  nada
                más.  Luego  llamó  a  la  puerta.  Fuimos  a  abrir  y  entonces  vimos  al

                hombre ese del que usted pregunta. ¿Es que no se ha acabado ya la

                guerra, es que ha matado a alguno? ¿Es qué también engañó a algu-
                na criaturita? ¿Es que vino escopeteado por algo malo que hizo? Eso

                es justo lo que usted me tiene que contar, señora. Pues si usted, que
                viene detrás de él, no lo sabe, hágase cuenta de lo que vamos a saber

                nosotras. ¿Somos sus parientes acaso? ¿Vino a esconderse? A ver, se-

                ñora,  recapitulemos.  ¿Por  qué  le  abrió  la  puerta?,  ¿lo  conocía  de
                algo? Era la primerita vez que lo veíamos, se lo juro por mi Jacinta.

                Pero, ¿por qué le abrieron? ¿Que por qué le abrimos?, por qué iba a

                ser, porque venía ardidito, como usted, como los otros, porque no es
                bueno andar por los caminos sin saber a dónde se va ni de dónde se

                viene, por eso y porque a nadie se le niega una poquita de agua o

                una  migajina  de  poleo.  Entiendo,  entiendo.  ¿Y  entonces?  Entonces
                fuimos a abrirle y le dijimos que se sentara en esa misma silla donde

                usted se sienta ahora. Eso ya lo ha dicho, pero siga, siga. ¿Que siga
                qué? Tiene que saber que ese hombre no es lo que usted piensa, ha





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