Page 49 - Premios del Tren 2023
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delito... Y nosotras qué sabíamos si era o no era un criminal. ¿Pre-

                guntamos acaso? ¿Le hemos preguntado a usted? Es delito, señora,
                ayudar a un criminal. ¿A un criminal, qué clase de criminal, qué ha

                hecho ese hombre, si se puede saber? Ese hombre es un demonio que

                va robando mujeres.
                     ¿Mujeres? Dios, María y José, ¡mujeres! ¿No sería uno de los del

                tren? No nos asuste. Aquí el tren no tiene nada que ver, pero soy yo

                el que pregunta, ¿de acuerdo? Como usted diga. ¿A ver, por dónde
                cogió? ¿Por qué camino, por qué rumbos?, quiero decir. Ni nos di-

                mos  cuenta,  cogió  el  camino  y  se  marchó,  como  todos.  Sólo  eso.

                Como vino se fue, pero dice usted que es un criminal, ¿qué clase de
                criminal? Eso he dicho, pero no puedo creerme que usted no sepa

                por qué camino tomó. Saberlo saberlo no lo sé, pero iría adonde Las
                Quemadas, como ya le he referido. ¿A Las Quemadas? ¿Eso por dón-

                de cae? Mire, detrás de esos cerros pelados, pasando el cachino de

                río y cogiendo el camino todo derechito, derechito. ¿Está segura que
                se fue por allí? Saberlo, saberlo no lo sabemos, pero aquí es lo más

                corriente. Que vengan de Rosales y vayan a Las Quemadas o vengan
                de Las Quemadas camino de Rosales. ¿Usted viene de Rosales? De

                allí vengo. Entonces ese hombre tiró para Las Quemadas porque si

                no capaz de habérselo tropezado. A ver, explíquese. Esto, señor, ya
                viene siendo el culo del mundo. Hasta los caminos acaban por per-

                derse. Desde que pusieron ese tren... ¿Usted cómo dio con esto?, dí-

                game. Seguí el camino. Está tan estropeado que algunos se pierden.
                Lo desfiguró el aguaje pasado o el otro, ya no me acuerdo. Ya hasta

                los pocos carros tiran por la carretera, pero hasta ayer mismo cogían

                por aquí, que se les hace más llanito y se ve que hay más sombra.
                Nos vamos quedando solos por estas trochas, mire usted. Desde que

                pusieron el tren ya nadie para. Menos mal que las montañas se que-
                daron y una, mal que bien, se deja orientar por las montañas. Enton-





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