Page 50 - Premios del Tren 2023
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ces usted me puede asegurar que tiró para Las Quemadas. Asegurar-

                le no, pero es lo más corriente aquí, y más si se viene de los rumbos
                de Rosales. ¿Y para  dónde dice que  quedan Las Quemadas? Mire,

                Las Quemadas van con el sol. No tiene pérdida. Todos estos caminos

                acaban allí o eso es lo que se dice. ¿Quién lo dice? Qué sabemos no-
                sotras, es lo que se viene diciendo. Nosotras nunca salimos de aquí,

                mire usted. ¿Ve esos cerros azules? Pues más allá, del otro lado caen

                Las Quemadas. Dicen que se echan sus buenos seis días, pero dicen
                que es digno de verse. ¿El qué? Las Quemadas, el pueblo ese del que

                le hemos hablado. ¿Pero entonces usted? ¿Nosotras? ¿No conoce el

                pueblo? Nosotras nacimos aquí y aquí moriremos cuando nos venga
                la hora, señor, a veces llegan perros desmallados o el loco Abril, ya

                tan viejo que lo mismo le ha dado por morirse por ahí, en el trueco
                de un castaño. ¿Quién sabe? En fin, si no tiene más que decir sobre el

                forastero... ¿Es que robó en alguna casa, es que ha matado a alguno,

                es que forzó a alguna muchacha? Ya le he dicho que hay una mucha-
                cha en todo esto, sí, pero no puedo contarle más, éstas son cosas del

                Gobierno. ¿Pero entonces esa Isabelita? Mire, esto ya está en manos
                del Gobierno, ¿lo va entendiendo? ¿Entenderlo?, bien se ve que vie-

                ne de parte del Gobierno, pero nosotras aquí no echamos cuenta del

                Gobierno. Nos hablan de él, pero aquí nadie sabe quién es ese Go-
                bierno.  Queda  esto  a  tomar  viento  del  Gobierno.  Perdone,  señora,

                pero se me hace tarde y todavía tengo que llegar a Las Quemadas

                antes de quedarme tarumba. ¿Pero entonces nos va a despreciar us-
                ted esa tacita de poleo? No, señora, yo... Es sólo un minuto y le en-

                trará el cuerpo en caja para medirse a esos caminos. No, señora, ten-

                go prisa y no quiero molestarla más. Pero si para nosotras no es mo-
                lestia. Yo no sé cómo puede vivir usted con todos esos gruñidos. Me-

                nos mal que tengo a la Jacinta, que si no... Pero dónde está Jacinta, no
                he visto a Jacinta. Ahora mismito estará para la parte del río, cogien-





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