Page 83 - Premios del Tren 2023
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-De verdad sube, que no es ninguna molestia, y el coche es de ter-
cera mano, no te preocupes que está tan sucio que ya no se mancha.
Cuando Arturo subió al coche Rosa notó el olor penetrante del
hombre, pero no le molestó, y mientras lo acercaba a las naves de la
granja, trató de buscar alguna excusa para que se volvieran a encon-
trar, pero no se le ocurrió nada y simplemente se puso a hablar sin
parar. Le contó con simpatía que estaba en el instituto de secundaria
del pueblo, en un intercambio de profesores y que se quedaba el ve-
rano, aunque parecía que no había demasiado que hacer a parte de
verlos jugar fútbol. Arturo ya sabía algunas cosas, también había
preguntado quién era la española, porque se fijó en que los miraba
con atención y le agradó la naturalidad con la que platicó con ellos
en el descanso y al terminar.
Esa noche Rosa pensó en Arturo, lo imaginó a su lado en la cama,
e invocó la posibilidad de que pudiera haber algo entre ellos en al-
gún momento. Desearlo le hacía sentirse bien, un chico guapo dife-
rente a los hombres con los que había salido. Estar en Vermont la li-
beraba del qué dirán, de las expectativas, de la tensión de las relacio-
nes que había tenido en Madrid, con colegas de la carrera o amigos
de amigos o las dichosas aplicaciones donde todo estaba filtrado por
la pantalla del teléfono. Además, la ruptura definitiva con Sancho, su
pareja intermitente de siete años, le había dejado muy mal cuerpo.
Tal vez por eso se fue a Vermont, a pasar página, a recomponer las
piezas del desamor. Pero no pensaba en Arturo de una forma román-
tica, simplemente le gustaba y lo deseaba con curiosidad.
¿Por qué sentía tanta atracción hacia ese muchacho? ¿Qué años
tendría? Obviamente ella le sacaba algunos años, pero tampoco
demasiados.
También Arturo pensó en Rosa, en la casualidad de su encuentro
y en el trayecto en el que lo llevó a la granja. La mujer no había para-
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