Page 84 - Premios del Tren 2023
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do de hablar en el coche, pero olía rico y tenía una boca grande y las

                mejillas y los brazos llenos de pecas. Se masturbó mientras la evoca-
                ba, la española pecosa y charlatana en su coche destartalado lo exci-

                taban. ¿A qué sabría esa mujer? Luego pensó que llevaba años sin

                estar junto a una mujer. Que subirse a aquel coche y estar a solas con
                ella había sido los más cerca que había estado de una mujer en tres

                años. Había escapado de la miseria su país, para vivir miserablemen-

                te en Vermont y llevaba demasiado tiempo sin estar con una mujer.
                Se  acordó  de  una  medio  novia,  y  de  otra  amiga  con  las  que  tuvo

                algo, ambas se casaron jóvenes y ahora seguramente ya tendrían hi-

                jos. Él decidió marcharse del pueblo, pasar página y buscar una vida
                mejor, salir de la violencia. Y esa vida mejor no parecía llegar nunca,

                siempre trabajando, durmiendo amontonado en el trailer, en perpe-
                tuo estado de alerta.

                     Al día siguiente Rosa pensó en cómo hacerse de nuevo la encon-

                tradiza  con Arturo sin levantar  sospechas. Llamó a  su colega para
                preguntar  si  planeaban  más  partidos  amistosos  y  el  compañero  le

                confirmó  que  estaban  convocados  para  el  fin  de  semana.  Entonces
                Rosa se relajó y esperó por ese reencuentro con Arturo en el partido

                que tocaba en pocos días. Pero el azar quiso ponerle a Arturo en ban-

                deja, o quizás Arturo quiso encontrarse a Rosa, porque el muchacho
                decidió bajar al pueblo al atardecer y paseó por la calle principal y

                tuvo deseos de verla, y dio algunas vueltas hasta que la localizó sa-

                liendo distraída de la cooperativa con una bolsa de cartón llena de
                fruta y verdura. Esta vez él olía a limpio, se había enjabonado con la

                manguera, quería encontrarse a Rosa y que le viera limpio y arregla-

                do. Ella no pensó que se lo encontraría e iba en camiseta y pantalón
                corto y estaba sudorosa. Se puso nerviosa, y estuvo a punto de caer-

                se, pero Arturo la ayudó sujetando la bolsa de cartón.
                     -¡Qué patosa soy!-exclamó Rosa apurada-gracias por ayudarme.





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