Page 250 - I Concurso literario Miguel delibes
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1   Certamen


              Literatura  Infantil


                Miguel Delibes












                              La última tarde con ella fue muy triste. Como despedida hicieron la misma                                                                                                                                                                    Ellos  cada  vez estaban  más  desesperados,  compraban medicinas  pero no


                              rutina que siempre pero no fue tan divertida.                                                                                                                                                                                                mejoraban y se quedaban sin dinero.






                              Nadie hablaba y ni jugaron ni se divirtieron.                                                                                                                                                                                                Un día, con el atardecer de fondo y el sonido de la locomotora, fallecieron

                                                                                                                                                                                                                                                                           los dos a la vez, sincronizados como siempre vivieron.


                              La despidieron en el tren de siempre, con el atardecer de siempre, pero esta


                              vez no sabrían si la iban a poder ver otra vez.                                                                                                                                                                                              Su hermano y él, les enterraron y prepararon el funeral con el poco dinero


                                                                                                                                                                                                                                                                           que les quedaba. Kin, cada vez veía peor a su hermano y le preocupaba que

                              Ayla les prometió que les mandaría cartas y seguirían en contacto. Pero de                                                                                                                                                                   se le acabasen las ganas de vivir.


                              lo que ellos no se daban cuenta era que nunca volverían a ser los niños de


                              siempre.                                                                                                                                                                                                                                     Unos días más tarde, Kin llegó un poco después a la cabaña de lo normal, y


                                                                                                                                                                                                                                                                           se encontró a su hermano subido al tejado y se temió lo peor.


                              Pasaron dos o tres años bastante tristes. En los primeros meses les escribía


                              casi a diario, contando sus aventuras. Siempre les hablaba de sus amigos,                                                                                                                                                                    Corrió a intentar pararle, pero un poco antes él le gritó: ‘Lo siento Kin, pero

                              de todo lo que aprendía, de las cosas alucinantes que había en la ciudad…                                                                                                                                                                    no nos queda nada, Ayla, nuestra única amiga no se acuerda de nosotros, no


                                                                                                                                                                                                                                                                           nos queda familia ni futuro’. ‘Esa locomotora nos ha quitado todo’.


                              Ellos  las  leían con nostalgia,  desde  unos ojos  ya  adultos  y maduros,  ya


                              cansados del exceso de trabajo y horas de sol.                                                                                                                                                                                               Se oyó un grito que desgarró el cielo, y justo después, el sonido de un golpe

                                                                                                                                                                                                                                                                           seco con ecos de muerte. Finalmente Lei se reunió con sus padres. Kin no


                              Pero el tiempo deterioraba cada vez más su relación con Ayla y, al final,                                                                                                                                                                    pudo hacer nada.


                              prácticamente ni les escribía.


                                                                                                                                                                                                                                                                           Cada vez más desesperado por la situación económica y sin ganas de vivir,


                              Los hermanos siguieron trabajando para sostener a sus padres, hasta que                                                                                                                                                                      no sabía qué hacer.

                              llegó el día que los dos enfermaron.











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