Page 245 - I Concurso literario Miguel delibes
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1   Certamen


 Literatura  Infantil


 Miguel Delibes












 debajo. Con el pánico escrito en los ojos de Pablo y su mirada fija en mí,   le dijo: ‘Te voy a enseñar lo que llevo en mi maleta, pero sólo porque me


 entendí que mi hermano no estaba y, en su lugar, sólo encontramos los dos   pareces un niño muy inteligente y sé que no se lo enseñarás a tu hermana


 candados. Empezamos a buscarle por el tren, pasando de vagón a vagón,   y a sus amigos hasta que yo me baje en mi parada. Así, espero que ellos


 miramos por todos los sitios una y otra vez. La desesperación se apoderaba   aprendan la lección de no llevar su curiosidad hasta el punto de invadir la

 de todos nosotros. Mis ojos se inundaron de lágrimas convencida de que   intimidad de una persona y valerse de un niño tan pequeño y guapo como


 aquella señora se le habría metido en su maleta y se le habría llevado a algún   tú. Hay un asiento en ese vagón de ahí que puedes utilizar’. El libro resultó


 lugar oscuro. Mis amigos me consolaron y decidimos buscar nuevamente por   ser un comic de Spiderman y cuyo contenido mi hermano había devorado en


 si Hugo seguía aún en el tren. Ángela llevaba razón, Hugo era tan delgado   escasos minutos. Me contó que la extraña mujer se llamaba María José y

 que perfectamente podía encontrarse en cualquier rinconcillo. Reanudamos   que llevaba su maleta repleta de novelas, comics, revistas, cuentos… todo


 la búsqueda, pero no hubo suerte. De regreso a nuestro vagón y con las   tipo de libros. Despertó en mi hermano una gran simpatía, algo recíproco


 lágrimas ya invadiendo nuestra cara, intentaba encontrar las mejores palabras   porque le dejó escoger, entre todos sus libros, el que más le gustó.


 para explicar a mis padres cómo me había llegado a meter en un problema


 de esas dimensiones y, mucho peor, cómo había sido capaz de involucrar a mi   Sin darnos cuenta, las paradas de Puertollano y Córdoba habían quedado


 hermano pequeño en todo ello. Cuando llegamos a nuestros asientos, decidí   atrás y el anuncio de la llegada a Santa Justa era ya todo un hecho. Como

 esperar tres minutos, coger aire para intentar que las palabras que iban a   esto no podía quedar así y necesitábamos tiempo para comentar lo ocurrido,


 inculparme delante de mis padres fueran comprensibles.   quedamos al día siguiente en el parque de María Luisa en Sevilla. La aventura


                           vivida hoy en el tren había llegado a su fin. Jamás hubiese imaginado que


 Levanté mi cabeza para, a continuación, levantar mi cuerpo y vi a lo lejos la   la idea de mis padres para viajar en tren ocasionaría en mí esta montaña

 silueta de mi Hugo corriendo hacia mí con un libro en una de sus manos. Los   rusa de emociones que quizás no vuelva a sentir ni en el mismísimo Parque


 nervios no nos habían dejado pensar que el tren no sólo tenía vagones por   Warner de Madrid.


 detrás del que nosotros ocupábamos si no que aún había tres vagones más


 en la parte de delante. Le abracé con tanta fuerza que se le cayó el libro


 al suelo.  Me contó entusiasmado como aquella mujer le había pillado cuando

 intentaba ya meter su mano en la maleta, cómo había sido capaz de abrir


 los dos candados y cómo la mujer aceptando la chiquillada de mi hermano







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