Page 264 - I Concurso literario Miguel delibes
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1   Certamen


              Literatura  Infantil


                Miguel Delibes












                              que tanto su padre como su abuelo habían usado durante cien años atrás,                                                                                                                                                                      Pero la historia más emocionante que ella misma había podido incluso vivir,


                              por este motivo Fuentehoyuelo era conocido también por su buen calzado.                                                                                                                                                                      cuando apenas contaba dos ó tres años de edad, era el viaje Navideño que


                                                                                                                                                                                                                                                                           se realizaba el día 5 de enero de cada año y que conducía el tren desde


                              Los domingos en la plaza Mayor del pueblo se montaba un mercado, al que                                                                                                                                                                      Fuentehoyuelo hasta el último pueblo situado en los límites de la provincia,

                              acudían decenas de artesanos del pueblo y a Martina le encantaba que su                                                                                                                                                                      seiscientos kilómetros, que aquella locomotora echando humo, iba recorriendo


                              madre la llevara a buscar a su abuela pronto por la mañana e ir con ella de                                                                                                                                                                  con la ilusión de repartir felicidad entre los habitantes de cada uno de esos


                              paseo entre los puestos del mercado; allí podía ver cómo tejía Claudia los                                                                                                                                                                   pueblos.

                              jerseys y bufandas tan calentitos, para el frío invierno.


                                                                                                                                                                                                                                                                           Este viaje lo había comenzado Jacobo hacía bastantes años, cuando se dio


                              También observaba a Mateo montar collares y pulseras abalorio a abalorio.                                                                                                                                                                    cuenta de la suerte que tenía, por poder disfrutar de una familia, tener un


                                                                                                                                                                                                                                                                           trabajo y haber nacido en un pueblo, que le había permitido conocer gente


                              Pero sin duda alguna, el puesto que más llamaba la atención de Martina,                                                                                                                                                                      maravillosa.


                              el que miraba asombrada con sus ojos azules abiertos de par en par, era

                              el de Cecilia, era el puesto de perfumes y jabones, en el que la mujer,                                                                                                                                                                      Entonces decidió que había llegado la hora de devolver ese agradecimiento a


                              con sus flores y hierbas, preparaba  pócimas de  las que  salían perfumes                                                                                                                                                                    los demás y pensó en hacerlo en forma de regalos de Navidad.


                              famosos  en  todo el país y jabones con  aromas  de múltiples olores.


                                                                                                                                                                                                                                                                           Cuando el padre de Martina empezó a poder ayudarle, pensaron en fabricar

                              Y después de ese maravilloso paseo con su abuela, Martina corría de vuelta                                                                                                                                                                   pequeños muñecos y juguetes de madera, que luego la abuela, que había sido


                              a casa de los abuelos, porque allí estaba esperándola su abuelo Jacobo, para                                                                                                                                                                 profesora de Arte, pintaba y decoraba, creando verdaderas obras de arte.


                              contarle las aventuras del Viejo Tren Mago, como solía llamarle él.


                                                                                                                                                                                                                                                                           Finalmente, Guillermo, el padre de Martina, se hizo carpintero y se dedicó


                              Había sido maquinista toda su vida, había conducido durante más de cuarenta                                                                                                                                                                  a ello profesionalmente, por eso cuando llegaba el mes de diciembre, el

                              años, la locomotora de vapor, que hoy en día, seguía parada en el viejo                                                                                                                                                                      abuelo Jacobo y él, se ponían a trabajar todas las noches, creando pequeños


                              andén del pueblo y eran tantas las anécdotas que había vivido con aquel viejo                                                                                                                                                                objetos, que pudieran convertirse en la alegría de muchos niños.


                              tren, que Martina nunca se cansaba de escuchar.







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