Page 266 - I Concurso literario Miguel delibes
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1   Certamen


              Literatura  Infantil


                Miguel Delibes












                              Las amigas de la abuela, ayudaban todas las noches, a envolver los regalos                                                                                                                                                                   A partir de aquel año, Guillermo perdió la ilusión por la Navidad y se le


                              con trozos de telas y lazos de colores que conseguían reunir, porque todos                                                                                                                                                                   quitaron las ganas de preparar el mágico viaje de la vieja locomotora, así


                              se unían a ayudar en lo que podían.                                                                                                                                                                                                          que esta se destinó solo a hacer los viajes diarios que tenía programados


                                                                                                                                                                                                                                                                           para llevar a la gente de un destino a otro, hasta que llegó el día en que

                              La  Sra. Martínez,  la  panadera,  preparaba  decenas  de  bollos  y  pastas,  que                                                                                                                                                           la sustituyeron por un tren de alta velocidad.


                              también envolvían como parte de los regalos, para darlos a las familias más


                              necesitadas.                                                                                                                                                                                                                                 La abandonaron, junto a las viejas vías del tren, por las que tantas veces


                                                                                                                                                                                                                                                                           había ido y venido cargada de regalos.

                              Martín, el zapatero, junto con vecinas del pueblo, zurcían y cosían zapatillas,


                              para regalar también, Cecilia tejía bufandas de mil colores y Mateo montaba                                                                                                                                                                  Allí quedó solitaria la vieja locomotora del abuelo Jacobo, sus historias e


                              pulseras y collares preciosos.                                                                                                                                                                                                               ilusiones.






                              Con los regalos preparados, el día  4  por la noche, Jacobo con su hijo y                                                                                                                                                                    Martina iba muchos  días a pasear por la vieja estación,  para visitarla  y

                              algunos vecinos, cargaban aquel viejo tren y al día siguiente a primera hora,                                                                                                                                                                recordar aquellos felices años.


                              el abuelo  y Guillermo conducían aquel tren de la ilusión, de estación en


                              estación, repartiendo alegría.                                                                                                                                                                                                               Martina se hizo mayor, sabía de lo afortunada que había sido en la vida


                                                                                                                                                                                                                                                                           por tener una familia que la quería, un buen trabajo (después de haber

                              Cuando Martina empezó a andar y a hablar, su padre, pensó que era                                                                                                                                                                            estudiado su carrera de arquitectura) y se acordó de aquellas Navidades del


                              buen momento de llevarla con ellos para que fuera compartiendo aquellos                                                                                                                                                                      año 1995 de su abuelo.


                              momentos tan inolvidables.


                                                                                                                                                                                                                                                                           Entonces en el mes de Octubre de aquel año, decidió que aquellas  Navidades,


                              Así pasaron los años  y todos  los 5  de  enero, se convertían gracias a                                                                                                                                                                     marcarían el inicio de un nuevo periodo para la vieja locomotora.

                              aquella humeante locomotora, en el día mágico para los Vega, hasta aquellas


                              Navidades en que el abuelo murió.                                                                                                                                                                                                            Puso manos a  la obra y pensó que si la locomotora ya no podía ir de un


                                                                                                                                                                                                                                                                           sitio a otro, la gente sí que podría venir a ella.







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