Page 77 - I Concurso literario Miguel delibes
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1 Certamen
Literatura Infantil
Miguel Delibes
que parecían ser sus abuelos, les abrazó con amor y muchísima alegría solo cabía por ahí una persona joven y ágil como el viento, que aquella
mientras dos lagrimillas delicadas como el cristal caían de cada uno de sus noche soplaba con una fuerza impactante, por suerte para mí, yo era muy
ojos disparadas como flechas al unísono. Por un momento sentí empatía al delgada y pequeña, según mis cálculos cabía perfectamente por aquella rendija,
pensar que dentro de unas horas me iba a pasar algo parecido. cogí carrerilla desde la puerta cerrada, no me lo pensé dos veces, respiré
profundamente y con toda mi esperanza y valentía salté hacia el cristal.
Ya tenía mi asiento asignado, mi maleta colocada y mi abrigo de piel apoyado
sobre mis piernas. El trayecto se me estaba haciendo poco entretenido, así De repente el tren dio un frenazo descomunal e inesperado.
que me dispuse a leer un libro, lo saqué de mi bolso de punto que años
antes me había tejido, me acuerdo perfectamente del título y autor de Era mi fin. Mientras yo estaba en el aire flotando sin rumbo el tren pasaba
dicho libro: El camino, de Miguel Delibes. Aunque me estaba encantando, por un puente que caía al vacío. Cuando me faltaban unos segundos para
de repente caí en un sueño profundo. Poco después tocó la puerta de fallecer grité: ‘No quiero morir tan joven!’, cerré los ojos y estiré mis brazos
mi compartimento una bella azafata con una larga y rizada melena color y piernas pensando que eso disminuiría el impacto contra algo. No sabía que
azabache, ojos color miel, llenos de alegría, que hacían resaltar sus hoyuelos, iba a ser aquello que me provocase la muerte.
me avisó de que el tren había tenido una pequeña avería y tenían que
interrumpir el viaje. Acto seguido cerró la puerta a cal y canto y se marchó. De repente noté que alguien me tocaba el hombro y…
Me sentía atrapada y me empecé a angustiar, grité tan fuerte como el “¿Señorita, me puede enseñar su billete?” Era el revisor.
sonido de un estruendoso trueno en medio de una inmensa tormenta.
“Claro.” respondí.
La noche iba cubriendo el cielo de un negro muy profundo. Desde mi vagón se
escuchaban los alaridos de la gente, los crujidos del suelo de madera de roble Jamás me alegró tanto que me despertasen.
antiguo, las carreras que parecían de toros con furia, empecé a sentir tanto
terror, que entré en pánico, necesitaba salir de allí cuanto antes. Estaba a
oscuras, solo podía vislumbrar un pequeño reflejo de la luz tenue de la luna,
eso es lo que me ayudó a escapar, me fijé en la ventana, estaba entreabierta,
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