Page 37 - I Concurso literario Miguel delibes
P. 37

1   Certamen


 Literatura  Infantil


 Miguel Delibes












 Salimos  corriendo  detrás  de él y cuando por fin lo alcanzamos,  Zoe lo   - Tenéis razón, no debería hacer eso pero  no puedo evitarlo – el camarero


 agarra de la mochila y cae al suelo. Al caerse soltó a Rayo y Pablo lo cogió   estaba sollozando.


 rápidamente. Una vez que estaba en el suelo le quitamos la capucha y no


 me lo podía creer:        - ¡Umhhh! Creo que sé cómo podemos solucionar esto... – dice mi hermana.





 - ¡El camarero! – decimos los tres a la vez.   En la siguiente parada entra la policía y se lleva al camarero detenido.






 - ¿Y ahora qué hacemos? – dice Pablo.   Al poco rato llegamos a  París, se despierta mi madre y suelta:





 - Avisar al revisor para que llame a la policía – digo yo.   - Qué viaje más tranquilito hemos tenido ¿verdad?






 - ¡Voy a buscarle! Quedaros aquí, que no se escape – dice Zoe.   - Ja, ja– no podemos parar de reírnos.





 A los pocos minutos, mi hermana viene con el revisor. Ya han avisado a la   - ¡Guau! ¡Guau! – dice Rayo y empieza a lamerle la cara a Clara.


 policía y en la próxima parada le estarán esperando para detenerle.


                           Pasamos unas vacaciones fantásticas en París. Visitamos la torre Eiffel y


 - Ahora solamente queda saber por qué hacía eso a los perritos – dice Zoe.   el museo del Louvre. El viaje de vuelta fue muy tranquilo, pero aún nos

                           quedaba algo por hacer….


 - Cuando yo era niño me quitaron a mi perro. Nunca volví a verlo. Ahora


 lo pago con los demás para que vean lo que se siente cuando le hacen algo   Cuando llegamos a España, el padre de Pablo que es policía, nos ayudó a


 a tu perro – dice el camarero entristecido.   localizar al camarero. Fuimos a una protectora, elegimos un perrito y lo


                           llevamos a casa del camarero:

 - ¿Y qué ganas con eso? ¿Vas a recuperar a tu perro así? ¿Te sientes mejor


 haciendo daño a otras personas? – le pregunto.   - Pero… ¿qué hacéis aquí? Ya os pedí perdón– dijo extrañado.











 36                                                                                                                                                                                                                       37
   32   33   34   35   36   37   38   39   40   41   42