Page 236 - I Concurso literario Miguel delibes
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1   Certamen


              Literatura  Infantil


                Miguel Delibes












                              Seguimos  las  vías  del tren que estaban casi  tapadas  por los  árboles,                                                                                                                                                                   Al llegar al vagón de primera clase, allí todo era lujo, había butacones de


                              encontramos un hueco entre las rocas, en la boca del túnel y entramos con                                                                                                                                                                    cuero, espejos, lámparas y cortinas. Por el suelo había algunas monedas y


                              nuestras linternas. El lugar daba mucho miedo, caía agua del techo, había                                                                                                                                                                    billetes de la época.


                              unos ruidos raros y tenía mucho eco. Cuando encendimos las linternas, vimos

                              unos ojitos iluminados que suponíamos que eran ratas u otros animales.  Inés                                                                                                                                                                 En ese momento nos pasó por las cabezas un murciélago y el susto fue


                              y Ana dieron un grito de miedo, pero continuamos, ya que todos queríamos                                                                                                                                                                     tremendo. Tuve que calmar a todos, porque estaban gritando.


                              descubrir el misterio que había dentro.                                                                                                                                                                                                      A continuación, pasamos al vagón restaurante, donde había de todo, pero


                                                                                                                                                                                                                                                                           no nos atrevimos a comer y beber nada, ya que estaba podrido. Por ello,

                              Cuando seguimos avanzando por las vías, vimos al fondo algo raro y resultó                                                                                                                                                                   comimos la comida y bebida que llevábamos en la mochila.


                              ser el último vagón del tren.


                                                                                                                                                                                                                                                                           ¡Parecíamos viajeros ricos y elegantes!


                              Los trenes de aquella época se dividían en varias partes: la máquina de vapor


                              con su vagón con carbón; otro vagón para llevar el correo y una caja fuerte                                                                                                                                                                  Después fuimos a explorar el vagón de correos, y allí encontramos que todo

                              con dinero y joyas de mucho valor; vagones para los pasajeros de primera,                                                                                                                                                                    estaba revuelto y la caja fuerte, reventada, posiblemente por un cartucho


                              segunda y tercera clase y el vagón restaurante.                                                                                                                                                                                              de dinamita. Nos quedamos algunos billetes y monedas de recuerdo.





                              Yo, que soy el mayor, animé a mis hermanos y primos diciéndoles que esta                                                                                                                                                                     Pasamos a continuación a la máquina que se encontraba muy oxidada, pero

                              aventura merecía la pena y que no tuviesen miedo. Todos confiaron en mí                                                                                                                                                                      que tenía buen aspecto, en general, y estaba parada en el sitio correcto y


                              y se subieron al vagón de tercera clase. Allí había mucha suciedad, olía a                                                                                                                                                                   a propósito.


                              húmedo y los asientos de madera estaban casi podridos. No encontramos


                              nada interesante.                                                                                                                                                                                                                            Después, vimos el final del túnel que estaba bloqueado con muchas piedras.


                                                                                                                                                                                                                                                                           Los murciélagos seguían asustándonos, ya que había muchísimos en el techo.

                              A continuación, pasamos al vagón de segunda clase. Vimos que los asientos                                                                                                                                                                    Teníamos dos opciones: salir por el mismo sitio por el que habíamos entrado


                              eran mejores y más cómodos y además, en el suelo había cartas y papeles                                                                                                                                                                      o buscar otra salida y seguir explorando el túnel, aunque nos empapásemos


                              tirados por todos lados.                                                                                                                                                                                                                     de agua y barro.







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