Page 147 - I Concurso literario Miguel delibes
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1   Certamen


 Literatura  Infantil


 Miguel Delibes












 que alguien le dirigía la palabra. Aunque era muy maleducada, no dejamos   DESTINO BORA-BORA.


 que eso afectara nuestro ánimo. Cuando bajamos del avión, mi madre dijo


 que se parecía un poco a Shrek, pero yo le veía más cara de capitán Garfio.  El  tren arrancó  violentamente y todos  los  pasajeros  miraban por las


                           ventanillas. Era fascinante contemplar un tren sumergiéndose en el océano


 Allí cenamos un asado típico de la zona y dormimos en un hotel que olía   rodeado de un túnel de cristal. Por dentro, el tren era como cualquier otro

 a detergente de lavanda para recuperar fuerzas. Al día siguiente fuimos de   tren en el que hubiera viajado.


 nuevo en taxi hasta la parada del tren y al llegar mi madre se dio cuenta


 de que se había dejado los billetes en el hotel. No os imagináis cómo de   Los asientos, aterciopelados y de un intenso color rojo, estaban enfrentados


 nerviosa se puso. Volvió a por ellos y nos quedamos esperando la media hora   en pequeños compartimentos semitransparentes, que también contaban con

 más larga de mi vida a que volviese. Menos mal que habíamos llegado pronto,   unas literas de sábanas blancas recién planchadas.


 porque si no, a mi madre le habría dado un patatús.


                           He de decir que me esperaba que el túnel de cristal fuera más estrecho,


 Entramos en la estación, y al instante vi que todo allá donde miraba estaba   pero era increíblemente amplio. A través del cristal se podían contemplar


 hecho con mármol blanco. Casi no podíamos distinguir entre las columnas, el   corales,  montones de peces tropicales  de diversas  especies, hasta  vi una

 suelo y la pared y Nicolás se chocó con una columna. Rebotó y fue a parar   majestuosa y enorme mantarraya que nadaba tranquila y suavemente como


 a los pies de un hombre con la cara muy redonda y un bigote que se parecía   si fuera una pluma cayendo al suelo. Observé como se posaba en la blanca


 al de Camilo. Se puso a gritarle cosas en un idioma que ninguno entendía y   arena, ahuyentando a un grupo de estrellas de mar que se encontraba por


 se le puso la cara más roja que un tomate maduro. Mi padre se disculpó en   la zona.

 inglés y tratamos de buscar nuestro andén, pero no lo encontrábamos y no


 podíamos preguntar a nadie porque ninguno de nosotros sabía decir andén en   Todo transcurría plácidamente. Era la hora de la siesta, pero yo estaba


 inglés. Para colmo, se formó una aglomeración enorme a nuestro alrededor   hipnotizada contemplando el  maravilloso  fondo marino que  se extendía


 y no veíamos más que gente y maletas.   ante mis ojos. De repente, escuché chirriar la puerta corrediza de nuestro


                           compartimento.

 Cuando por fin la encontramos  el tren estaba  a punto de marcharse  y


 llegamos por los pelos. En la locomotora se podía ver escrito en mayúsculas:   Un escalofrío me recorrió la columna vertebral. Por instinto, me hice la







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