Page 67 - I Concurso literario Miguel delibes
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1   Certamen


 Literatura  Infantil


 Miguel Delibes












 A la altura de Zaratán, Hugo notó cómo su mochila se movía sola. Pensó   Hugo comprobó si su bocadillo seguía en la mochila y se dio cuenta de que


 que eran alucinaciones  suyas,  que seguía estando  nervioso  después de la   Pistachito se había escapado.


 carrera que se había dado para no perder el tren.


                           - ¡Telmo, tenemos un problema! Si el profe descubre que he traído a mi

 Pero, de repente, la mochila se movió de nuevo y una cabecita peluda asomó   hámster y se lo cuenta a mi madre, voy a estar castigado por el resto de


 por la cremallera.        mi vida – dijo Hugo con mucho nerviosismo.





 Era Pistachito,  la mascota  de Hugo, un  hámster  gordinflón y con unos   - No te preocupes, Hugo, yo no voy a contárselo a nadie -  le contestó su

 redondos ojos verdes.     amigo.






 - ¿Qué haces aquí, Pistachito? No puedo llevarte a la excursión, si me pilla   Cuando llegaron a la parada de La Mudarra, volvieron a escuchar gritos y risas.


 el profe me va a castigar – dijo Hugo muy asustado.


                           Todos sus compañeros saltaban sobre sus asientos  mientras el  profesor

 Pistachito le miró con carita de bueno y Hugo no pudo enfadarse con él.   perseguía por el vagón una peluca que corría por el pasillo.






 - Métete en la mochila y no salgas, por favor – susurró Hugo.   Los niños se miraban unos a otros mientras señalaban la cabeza del profesor.





 Pistachito obedeció sin protestar.   No se lo podían creer…. ¡la cabeza le brillaba como una bola de billar!






 El viaje  estaba siendo muy  tranquilo hasta que,  de  pronto, al llegar a   - ¡Es calvo, es calvo! – gritaban todos sin parar.


 Villanubla, se oyeron los gritos de una señora:


                           La peluca desapareció entre los asientos.

 ¡Me han robado el bocadillo! He mirado un momento por la ventanilla y, al


 girarme, el bocadillo ya no estaba.   Poco antes de Medina de Rioseco, todos estaban tan agotados que se quedaron


                           dormidos  pero unos raros  sonidos,  que salían de la mochila,  despertaron







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