Page 52 - I Concurso literario Miguel delibes
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1 Certamen
Literatura Infantil
Miguel Delibes
Samu, se volvió rápido hacia mí y me dijo en voz baja, estos son los matones - ¿Y tú no tienes boca? - Le preguntaron a Samuel.
que trabajan para Robespierre. Los conocía porque los había visto en fotos en la
comisaría que estaba al lado de su laboratorio, donde había desarrollado la vacuna. - Sí claro -, les respondió tratando de evitar el acento andaluz que tenía.
Tenemos que actuar con normalidad, le dije. No podemos decir a nadie que - ¿También eres de Montemayor con ese acento?
no son policías, no nos creerán por las placas que llevan.
-Sí, de Montemayor de Pililla, si no les importa. - Les contó la historia que
Comimos tranquilamente y nos volvimos a nuestros asientos del vagón cinco. habíamos acordado. Sus padres eran de Sevilla, pero vinieron a trabajar al
taller de Jinca, con Sergio el dueño, ya que su padre es un gran soldador
Cuando llevamos un buen rato sentados, los dos falsos policías entraron y Sergio le realió una oferta de trabajo que no pudo rechazar y se vino a
en nuestro vagón, sabíamos que era cuestión de tiempo que lo hicieran. trabajar a este pueblo.
Empezaron a preguntar uno por uno a todos los viajeros, hasta que nos
tocó a nosotros. Pusieron cara de desconfiados, y le siguieron realizando preguntas. Pero
primero sacaron una Tablet y buscaron el Google todo sobre mi pueblo. Le
- Somos policías y estamos buscando a un fugitivo que se hace pasar por preguntaron por las fiestas, la patona, sus calles, el Quiosco, los bares, el
médico y en realidad es un prisionero fugado de la cárcel, es muy peligroso. milanito… Samu respondió a todo, y a todo bien. ¡¡¡Increíble!!!
- ¿De dónde sois? -, nos preguntaron. Nuestro plan había funcionado, se marcharon, pero fueron preguntando uno
a uno a todos los pasajeros en dirección de otro vagón.
- De un pueblecito de la provincia de Valladolid.
Samu me dijo que ahora no nos podíamos cambiar de vagón.
- ¿Cómo se llama? -, nos volvieron a preguntar.
- ¿Por qué? - Le pregunté.
- Montemayor de Pililla -, les respondí.
- No podemos llamar la atención.
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