Page 122 - I Concurso literario Miguel delibes
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1 Certamen
Literatura Infantil
Miguel Delibes
hombre trajeado estaba enfadado y la chica de los cascos alegre y sonriente. una niña rubia con ojos verdes que siempre iba mirando por la ventana, un
Pero al llegar a la segunda parada, un señor mayor en una silla de ruedas niño pecoso que me sacaba dos cabezas, un niño pequeño demasiado abrigado
quiso subir al tren. Me quedé mirando pensando que el auxiliar de estación absorto en sus pensamientos y una niña pelirroja que siempre iba escuchando
iría en su ayuda, pero nadie le ayudó. música.
Esa tarde me sentí muy culpable por no haber ayudado a ese pobre señor Decidí hacerme amiga de la niña rubia de ojos verdes, pues creo que todos
y me prometí que no volvería a ocurrir. preferimos charlar a estar mirando por la ventana. Me acerqué a ella y
al principio no quería hablar, pues no me contestaba a nada de lo que le
Un día después, esperé las dos paradas, decidida a ayudar al señor mayor. preguntaba. Como el cole no estaba tan lejos como para hacerme su amiga,
Cuando se abrieron las puertas me llevé una gran sorpresa. ¡El hombre esperé hasta el día siguiente para conocer algo sobre ella. De momento lo
trajeado le ayudó a subir mientras que la chica de los cascos se quedaba único que sabía era que no le gustaba hablar con nadie.
ahí, viendo el móvil! No me lo podía creer, la persona que parecía la peor
del tren era la mejor, ya que nadie más había ido a ayudarle. Me sentí mal Cuando subí al tren la mañana siguiente, fui directamente a donde estaba
por prejuzgar solo por una cara malhumorada. De repente me pregunté con la niña para volver a intentar charlar con ella. Me presenté, le pregunté,
cuántas personas me podría haber pasado lo mismo y me propuse dejar de esperé y al final me acabó diciendo que se llamaba Sara y que tenía once
hacerlo. El tren ya me había dejado en mi parada y me bajé dándome cuenta años al igual que yo. Comenzamos a hablar y descubrí que teníamos los
de que los trayectos estaban empezando a no ser tan aburridos, después mismos gustos y que su hermano mayor, el niño pecoso que me sacaba dos
de todo. cabezas, no le hacía caso. Poco a poco nos fuimos haciendo amigas y todas
las mañanas en el tren hablábamos cada vez con más confianza.
A partir de ese día intenté hacerme amiga de personas que antes juzgaba
sin ni siquiera conocerlas. Hubo un día que ni Sara ni su hermano subieron al tren y después de dos
semanas empecé a pensar que nunca volvería a verla. Al cabo de un mes
Decidí que tenían que sacarme como máximo dos años o ser dos años más asumí que si se había mudado o le habían cambiado de cole yo no podía
pequeños. En el tren había sólo cinco personas que pasaran ese filtro: un hacer nada. Así que al día siguiente me acerqué al niño que leía cada día
niño castaño de ojos negros que iba leyendo cada día un libro diferente, un libro diferente porque a mí siempre me ha encantado leer. Hoy estaba
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