Page 7 - Catálogo Caminos de Hierro - 27 Edición
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El tren y la fotografía,

                 viajando juntos de la mano







                 El ferrocarril y la fotografía parecen haber nacido bajo la misma estrella ya que
                 comparten la naturaleza de estar en perpetua evolución y formar parte funda-
                 mental de la historia social contemporánea. Estas dos innovaciones del siglo XIX
                 han contribuido a cambiar la conducta humana, desde lo económico e histórico,
                 hasta los hábitos cotidianos de comunicación. Y, juntos, progresan hacia un fin
                 inimaginable, aún desconocido. El primer ferrocarril con un servicio regular para
                 pasajeros unió las pequeñas ciudades inglesas de Stockton y Darlington en 1825.
                 Catorce años más tarde, el francés Niépce anunció el nacimiento de la fotografía,
                 invento patentado enseguida por el gobierno francés, sin intuir la enorme influen-
                 cia que significaría la combinación de ambos.

                 La historia de cómo, en un breve período de tiempo, el papel de la fotografía y el
                 del ferrocarril hicieron realidad la expansión territorial de los incipientes Estados
                 Unidos ilustra perfectamente esta interrelación. Hacia 1840 se impuso la doctrina
                 del Destino Manifiesto (“Manifest Destiny”), la misión moral de la conquista del
                 Oeste. Es decir, que el poder ejercido por la combinación tren/fotografía mate-
                 rializó la Conquista del Oeste más allá de la frontera natural y psicológica del río
                 Mississippi. El tren permitió la apertura de vastas expansiones vírgenes para la
                 agricultura y la ganadería, hasta topar con las Montañas Rocosas. Entonces, a
                 caballo, para ganar el “Wild West”. No fue hasta 1869 que se logró el primer tren
                 transcontinental. En el período 1850-1890 se terminaron de forjar los Estados
                 Unidos  como celebra “America the Beautiful” “de mar a mar radiante” (“From
                 Sea to Shining Sea”).

                 Robert Vance fotografió California y expuso las imágenes en la ciudad de Nueva
                 York en 1851. El esplendor sublime de la geografía y el paisaje californiano, así
                 como el del océano Pacífico, convencieron a los poderes políticos (necesario para
                 proporcionar el apoyo económico) y al público en general (quien lo sufragaba con
                 sus impuestos) de la poblada costa atlántica de que la expansión y la apropiación
                 territorial era necesaria.

                 Desde entonces, se exigió que cada expedición al Oeste fuera cubierta por un
                 fotógrafo oficial. Aparecieron grandes fotógrafos y aventureros, como  el citado
                 Robert H. Vance, Timothy O’Sullivan y Carleton E. Watkins, con panorámicas
                 impresionantes del Cañón del Colorado, Yellowstone y el valle de Yosemite, entre


                                                                                                                  Presentación    7




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