Page 9 - Catálogo Caminos de Hierro - 21 Edición
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de la presentación
             Como los trabajos van a pasar por varias fases de selección es muy importante que la presentación de los mismos se haga
             de manera que en cada una de esas fases quede clara la intención de su autor en cuanto al orden y disposición de las
             fotografías. Dicho de otra manera: ese orden debe ser fácilmente reconstruible si es imprescindible para que se entienda
             bien el trabajo.
             Que no falte nada, pero tampoco que nada sobre.

             del azar y de la necesidad
             Las variables de un concurso tienen que ver con los dos grupos de personas que intervienen en el mismo, a saber, las
             que se presentan y las que deliberan sobre lo que éstas han presentado.
             Quien se presenta no sabe nada de las otras personas que también lo hacen, ni quienes son ni qué han presentado. Los
             oponentes se escapan del control de uno. Por eso quien concursa suele silenciarlo, para reducir su cantidad.
             Y aunque el gusto del jurado sea una entelequia, aunque no exista como tal, como siempre acaba habiendo unos
             ganadores –es raro que los premios se queden desiertos– sí que resulta posible hablar, a efectos prácticos, de una
             decisión del jurado, que siempre es algo a lo que se llega paulatinamente. En esta decisión juega un papel importante la
             figura—líder, como ocurre siempre en todo grupo. Pero esto no debe preocuparle a quien se presenta, porque de nada le
             sirve saber quién es esa figura—líder, algo que depende, por otra parte, de factores totalmente imprevisibles.

             algo que el concursante no debe olvidar
             Es importantísimo acordarse de que uno no es el único en participar, que hay muchos más que también lo hacen.

             acerca del procedimiento que suele seguir el jurado en sus deliberaciones
             Y aunque lo normal sea que las deliberaciones sean muy ‘meándricas’, que se pase y se vuelva a pasar, una y otra vez,
             por el mismo punto, volviendo a él cuando ya parecía que se había cambiado de tercio, y que las consideraciones sobre
             tal o cual obra en cuestión ya se habían zanjado, para bien o para mal de su autor, aunque este método, reflexivo, lento y
             premioso, sea la regla, también puede ocurrir que el jurado adopte de pronto una decisión impulsiva, sin haber discutido.
             La decisión del jurado, que no su gusto –habíamos quedado en que tal cosa no existe–, es algo pactado que cuaja a
             resultas de un proceso, de un dinamismo. Caricaturizando bastante la cosa, cabe decir que hay dos clases de miembros
             del jurado: los que tienen las ideas claras, y los que no las tienen. Pero el asunto no es tan sencillo como podría parecer,
             pues resulta posible que un miembro del jurado tenga en un momento dado las ideas claras, y un instante después ya no,
             o al revés.
             O sea, que conviene distinguir entre lo que se piensa y lo que se dice, pues hay cosas que se piensan y no se dicen, y otras
             que se dicen, pero que no se piensan. Pero las interesantes no son ni las unas ni las otras, sino aquellas que se dicen
             porque se piensan.










                                                                                          Barcelona, marzo 2007



                                                                                                Manolo Laguillo
                                                                                        Catedrático de Fotografía
                                                                                    de la Universidad de Barcelona









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