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Caminos de Hierro 2003
Durante años he seguido atentamente la evolución de uno de los pocos concursos fotográficos que se ha
mantenido constante desde su creación en 1986. No es una simple casualidad que Caminos de Hierro, sea
en la actualidad una cita obligada para los amantes de la forografía y el ferrocarril, pues su prestigio se ha
debido a la perseverancia de sus organizadores, que a su vez se han visto apoyados por el nivel de los
participantes que, año tras año, envían extraordinarias imágenes a la espera de recibir la ansiada mención.
Una convocatoria que mantiene un tema obligado, una especial característica que podría haber
influenciado negativamente en los resultados obrenidos, provocando una falta de expresividad en los
participantes, ante un creciente aluvión de aburridas imágenes, que hipotéticamente hubieran sido
premiadas en sucesivas ediciones, como sucede en numerosos concursos que solo se interesan por las
cuestiones técnicas, apartados de las corrientes estéticas que han escrito la Historia de la Fotografía y de
las últimas tendencias artisticas que afloran en el principio del III Milenio. Todo lo contrario, la Fundación
de los Ferrocarriles Españoles ha conseguido consolidar este certamen, no solo por el aumento consecutivo
de la cuantía de los premios que concede, sino por la elección continuada de un jurado competente y
abierto a la modernidad, variado en cuanto a tendencias y sobre todo, otorgándole entera libertad en sus
deliberaciones. Orra característica que contribuye al éxito alcanzado de Caminos de Hierro, es que cada
edición no finaliza con la entrega de los premios, sino que la obra de estos autores, junto a la última
selección del jurado, es publicada en un catálogo y se acerca a numerosas ciudades españolas para ser
expuestas en sus estaciones de ferrocarril y que es visitada por un sector muy amplio de los usuarios que
utilizan este fantástico medio de transporte, así como por el público interesado en la fotografía y el
ferrocarril. Una iniciativa que ha conseguido ser una de las escasas ayudas en la difusión de los autores
que empiezan a utilizar la fotografía como una forma de expresión artística.
En 2001, tuve la suerte de ser invitado a formar parte del jurado por primera vez y pude comprobar
directamente los parámetros humanos que impulsan el desarrollo y la organizacién del certamen, la gran
cantidad de obras presentadas, la calidad de los participantes y el nivel de discusión del jurado. Este año
he vuelto a tener el honor de participar otra vez en el jurado para reunir la seleccién que ahora podemos
admirar en este catálogo y en la exposición que recorrerá de nuevo todo el territorio español. Nuestra
discusión estuvo centrada en los niveles de comunicación que cada imagen aporta con relación a la
evolución de este medio de transporte y el nivel estético que debe poseer toda imagen procesada con la
escritura de la luz, sin tener en cuenta el procedimiento empleado. No cabe duda que el viaje recorrido
por la fotografía ha ido en paralelo con el del ferrocarril, pues ambos descubrimientos nacieron en una
misma época y han avanzado vertiginosamente hasta alcanzar la evolución tecnológica actual, que parece
que no tiene fin. Las imágenes seleccionadas nos presentan una gama de visiones actuales de las
infraestructuras ferroviarias más variadas, entre paisajes muy distintos y son una muestra de las
posibilidades que ofrece cualquier tema, cuando se ejerce una mirada con libertad creativa.
Una selección de cien fotografías que mantienen un alto nivel de calidad y que provocó una larga
deliberación para ir eligiendo cada uno de los premios, ante la propuesta de cada miembro del jurado que
defendía aquellas imágenes que más le impresionaban. En definitiva el mecanismo es simple y se trata de
componer un consenso entre las diferentes sensibilidades que en esta ocasión tuvimos el privilegio de
poder elegir. Así fueron destacándose un grupo de diferentes imágenes entre las que inmediatamente
vimos la que más se ajustaba al Premio "El tren: vía de comunicacion”, una imagen en blanco y negro
tomada en Namibia por Juan Jesús Huelva Esteban, donde las extremas llanuras muestran numerosas
huellas de vehículos, pero solo una vía férrea logra traspasar sobre un sencillo puente, esa brecha negra
que divide en dos espacios ese lugar tan recóndito. También el Premio Autor Joven se resolvió de
inmediato al ver las posibilidades que tenía la impresionante composición en diagonal, que Mónica
García Carrera ha titulado Dos mundos, gracias a la conjunción que enfrenta en un fotomontaje perfecto,
la velocidad de un tren y la mirada del extraño campesino, bajo un común y colorido horizonte.
A partir de este momento fuimos eligiendo cada uno de los diez accésit, dejando para el final la elección
de las dos mejores fotografías. El movimiento del tren, Sin ítulo 3, es logrado por Nicolás Lainez en una
sinfonía en blanco y negro que atraviesa un precioso valle entre montañas, una sencilla y moderna
instantánea que nos obliga a situarnos en los recuerdos de nuestros más felices viajes. Otra instantánea,
ese reflejo Sin título, nos entrega una eterna y simbólica despedida, que recogida por Nacho G. Ordóñez
en una anónima estación, nos cautiva por su mirada tan triste y melancólica. En cualquier estación de
Cercanías, Miguel Palacios Ruiz ha encontrado un bello contraste entre la carrera de una persona y su
perro, frente a la estela que dejan los colores del tren. Escenas cotidianas que son observadas por la mirada