Page 9 - Catálogo Caminos de Hierro - 28 Edición
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El tren, el viaje



               Todo  es  oscuro,  se  intuyen  algunas  formas  que  se  suceden  aritméticamente,  el
               traqueteo marca un ritmo sonoro que adormece, y alguna luz que se repite, tenue,
               dibuja los ladrillos de esa insinuada pared, el túnel.

               Por fin, ¡la luz!, el paisaje, todo se ha vuelto blanco y me ciega los ojos, descubro la
               nieve y su inmensa belleza, el horizonte, casi imperceptible, se difumina y funde con
               el cielo, más blanco que una novia.

               Quiero retenerlo, pero se sucede el siguiente, y el siguiente, y el otro, un bosque que
               huye de mí y se aleja en cada árbol que raudo cruza mi ventana.
               Quiero leer pero me atrapa lo que veo y no puedo dejar de mirarlo. Una ventana hipnótica.

               ¡Oh, qué maravilla!, no puedo resistir hacer una fotografía, y finalmente plasmar en
               vídeo lo que de la perfección del movimiento no capta la imagen estática.

               Reviso las fotos que he tomado y una me golpea profundamente, he capturado la
               belleza y me embeleso, y entonces se inicia un proceso imparable, bajo la mesa
               pegada al asiento de delante, y de mi inseparable bolso en cada viaje, saco mis
               cuadernos,  lápices,  carboncillos,  acuarelas.  Como  voy  sola,  invado  la  mesa  del
               asiento de al lado y me pongo a dibujar, esa fotografía me ha inspirado tanto... Mi
               imaginación vuela.

               Las acuarelas me piden agua para mojar el pincel, voy a ver si consigo un poco en
               el baño, si no, pasaré por la cafetería.

               En el pasillo me encuentro a un viejo amigo y nos damos un abrazo enorme,
               me cuenta que están, en un asiento de esos de mesa compartida, jugando a las
               cartas y que si quiero sumarme. Me divierte tanto el plan que decido dejar las
               acuarelas esperando.

               Pasamos un rato tan divertido..., luego invito a mi amigo a ver lo que estoy dibujando.

               Se sienta conmigo un trecho del viaje justo cuando atardece y la luz acentúa toda la                                Presentación
               armonía de su rostro, decido hacerle su mejor retrato. Qué preciosidad, creo firme-
               mente que estas fotos las acabaré exponiendo. Recogemos todo y nos vamos a la
               cafetería a tomar algo.


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